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Lunes 24 de Enero de 2011 01:06

Con diploma

Mecky Sciutti muestra orgullosa su certificado del colegio María Auxiliadora, de San Isidro

La sonrisa, siempre. Para bailar, tocar la guitarra, cocinar, patinar o hacer collares. Mecky decora su historia de esfuerzo y superación con la sonrisa que se le dibuja en la cara. Mercedes Sciutti –Mecky para la familia y los amigos– nació con síndrome de Down y con 18 años acaba de terminar el secundario. Y ya prepara su ingreso a la facultad, la consecuencia lógica de su propia historia.

“Siempre apostamos a ella y como familia optamos por la inclusión y por la igualdad de oportunidades” , dice la mamá, Liliana Cáceres. “La formamos como se forma a cualquier hijo”, explica con simpleza.

En el colegio María Auxiliadora de San Isidro la eligieron como la mejor compañera, algo tan valorado por todos como el 8,50 de promedio que tuvo. Según cuenta su mamá, haber ido a una escuela “común” fue una experiencia valiosa para todos. Mecky tuvo que adaptarse y los profesores también aprendieron a estar con ella. “ Yo digo que Mecky se formó en el colegio y también ella formó a los profesores . Fue una relación maravillosa para todos, las autoridades, los profesores y también los compañeros”.

Este año será de transición, porque Mecky hará un curso de preparación en el Instituto CCRAI (Centro de Capacitación y Recursos de Apoyo). Ya tuvo 4 entrevistas y sorprendió a los profesores por su “alto nivel de escolarización”.

De hecho, según la prueba que le tomaron en la Universidad Católica, ya podría empezar a cursar este mismo año, pero prefieren ir de a poco y no quemar etapas. Entonces será en 2012 cuando empezará a cumplir el sueño de recibirse.

Estudiará Formación Laboral y el plan es que pueda ayudar a su papá Alejandro en el estudio de abogacía . La familia la completa Sebastián, su hermano dos años mayor.

Igual que cuando cumplió los 15, terminar el colegio fue un proceso muy importante para Mecky. Desde siempre tuvo la ayuda de sus dos acompañantes terapéuticas, Mariana y Milagros. En septiembre fue con sus compañeros a Bariloche, de viaje de egresados, y el acto de fin de año terminó siendo el broche ideal. “Lo vivió maravillosamente bien. Creo que estábamos más nerviosos nosotros que ella”, confiesa Liliana.

Cuando no está estudiando, Mecky toca la guitarra, baila flamenco y reggaetón. Hace natación y patina. Y también es fanática de cocinar y cantar. “Siempre está haciendo algo. El año pasado no nos fuimos de vacaciones y entonces le dije que tenía que encontrar algo para ocupar el tiempo.

Se puso a fabricar collares artesanales y armó su microemprendimiento. Le puso collares MS . Y ahora parece que va a empezar con las remeras”, cuenta la mamá de Mecky, la chica que a todo lo que hace le agrega la sonrisa.