Cargando
Viernes 24 de Agosto de 2012 23:05

Se fue Igor

Un ejemplar de lobo marino de 300 kilos fue rescatado en Miramar en abril pasado en un delicado estado de desnutrición y con heridas varias. Tras cuatro meses de recuperaciones en el Centro de Fauna Marina del Aquarium, este viernes volvió al mar.

Hace algo más de cuatro meses vagaba por una playa céntrica de Miramar, desnutrido, golpeado, con una herida sangrante en el cuello y padeciendo el acoso de los perros.

-Hay un lobo marino gigante, tirado en la arena, desde hace varios días, fue el mensaje que un vecino de la “Ciudad de los Niños” hizo llegar al Centro de Recuperación de Fauna Marina del Aquarium, el segundo domingo de abril, poco antes del mediodía.

Cuando los integrantes del oceanario llegaron al lugar y se acercaron al animal, el pinnípedo se levantó con la celeridad propia de la especie y allí comenzó una batahola en la que, como es habitual, se tarda un tiempo en persuadir a los animales en estas condiciones que quienes se acercan llegan para ayudarlo y no para lastimarlo aún más.

Es que, se sabe, los encuentros entre lobos marinos y seres humanos prácticamente nunca tienen un final feliz para estos magníficos mamíferos.

Con la ayuda de voluntarios ocasionales y efectivos de la Prefectura, resultó posible cargar al animal en una camioneta y así poder trasladarlo hasta el oceanario que se levanta junto al Faro de Punta Mogotes.

Los veterinarios lo revisaron, curaron e hidrataron y lo más importante, lo ubicaron en un lugar apropiado, con una vigilancia muy discreta y mucha tranquilidad.

En los días siguientes otro era el panorama para el lobo marino que, con vitaminas y antibióticos comenzó a mejorar notablemente. Durante el resto de las semanas se le asignó un alojamiento con mayor espacio que incluía una generosa “bañera”, un menú de alimentación cada vez más variado y, por supuesto, la visita cotidiana de los especialistas.

A todas estas atenciones se les sumó el amor y la cordialidad de sus cuidadores y entonces el animal recibió un nombre: Igor.

Aún un poco estropeado, Igor recuperó su fuerza y finalmente también se encariñó con todos los miembros del Aquarium, que se deleitaron con el cada vez más amable grandulón.

Sin embargo, un día, llegó el alta médica y la hora de regresar al mar se hizo presente.

Por eso, este jueves, hubo despedida, larga y con muchas lágrimas, bajo una llovizna que sólo decoró los instantes de melancolía anticipada.

Igor empezó su caminata hasta la playa del Aquarium, ya recuperado con sus 300 saludables kilogramos a cuestas, encaró la rompiente pero volvió a la orilla, una y otra vez.

Así estuvo el imponente animal durante media hora, para darle aún más emotividad a una situación ya de por sí repleta de sensaciones.

Hasta que por fin, Igor se fue derecho hacia la espuma, con rumbo Este; exactamente el que lo conducía de regreso a casa.

Fuente: El Atlantico